¿Y si te digo que la angustia de este momento no tiene lengua? Cansada de tanto apretar para agrandar las hendijas de mis miedos, se fue a dormir la siesta y aún no volvió.
Me quiero ir, lejos, y sé dónde, pero se que todo lleva su tiempo y es parte irremediable de un proceso evolutivo que yo mismo inventé. No puedo acelerar aquello que no depende de mí, y aunque golpee mil veces la misma puerta se me abrirá cuando me limpie los pies en la alfombra. No se puede andar descalzo encima de tanta voluntad nueva, desperdiciando huesos del pasado, tirando cenizas viejas que ya no me sirven. Debo esperar.
Mientras tanto, mi aletargado tiempo, mi apaciguado andar, describe la perpetua sequedad de este tiempo incierto. Me muero por golpear contra algo sólido, refrescarme la cara en una nueva ciudad, y salir a reventar una por una las imágenes que durante este tiempo he creado.
El pensamiento es imágen, y esa imágen ligada a la voluntad y al deseo una creación.
Tengo el poder de desatar la peor de las tormentas, o de librarme al azar, o de alcanzar con mi finita humanidad la misma quintaesencia.
Mi elixir es mi hoy, y el verbo muerto que quiere volver a nacer está mutando desde hace catorce días.
Busco la libertad cada vez que me levanto y toco el piso con mis pies.
No sé que andará pasando desde hace 14 días (que llevás bien contados,parece). Lo que sí importa es que tus pies sean siempre hábiles para buscar la libertad sobre la tierra.
ResponderEliminarCon ese ritual, solitas vendrán las alas.
beso enorme! Y buen finde.