Cuando ya nada quede para decir
y tu mirada no pueda sostenerse
cuando pese más que el viento
acá voy a estar
sereno
diurno, nocturno
sonámbulo de tu vientre.
Afuera hay un mundo que no me convence
pero te espera para comerte
enseñarte
apalearte y entrenerte.
Aunque pierda la vida y me sorprendan mil infiernos
haré que todo eso dure lo menos posible.
Te encargarás del resto, y de los restos.
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