Reloj de perro,
y un letargo devenido en silencio.
Cuando no supe quien ser me aferré a tus rodillas
y aún observo mi cielo
tu sur
y esas horas de gloria que nos están por venir.
Cuando decida
por sobre todas las cosas
qué daño hacerle a mi humanidad
estoy seguro que te veré pasar
caminando
silbándole al viento quién sabe que canción que nunca seré
que nunca seremos.
A veces el letargo y el silencio son los mejores compañeros para que madure el cielo, las rodillas y el viento.
ResponderEliminarSerá una linda canción aquella que diga "lo que nunca seremos".
Besos zapallo, que bueno que retomaste el blog!