4 de la mañana, sentado en la terminal, incomunicado y fumando un cigarrillo. Con la mirada puesta sobre un punto fijo del horizonte más cercano que me regalaba un paredón se me acerca una persona y me pide, muy amablemente, fuego. Flaco, con los años venidos encima y la espalda arqueada me dice: yo soy de San Juan, la tierra del buen vino. Le doy fuego con una sonrisa y me promete 3 litros de vino del mejor, sonrío nuevamente. Me mostró su documento para confirmarlo, había perdido el colectivo, se le escapó sólo por 9 minutos. Su mamá lo esperaba con ravioles en la mesa cuando llegara a San Juan, mañana ya van a estar fríos y una madre impaciente y dulce los guardará en la heladera para reservarlos.
domingo, 31 de enero de 2021
Hugo
Piscis
el horizonte se funde en este mar nebuloso.
Extiendo mi mano
y vibran mis dedos,
es que no hay paredes en este abrazo abstracto?
Solía calificar los límites
identificar me resultaba fácil
y hoy salgo al sol con los ojos vendados
escuchando voces rotas
en un oscuro lienzo que no puedo pintar.
Todo se une
y fluye quién sabe hacia dónde.
Mientras tanto, me dejo llevar por la corriente.
A mis hijos
y no se queman.
Interior
Cada vez que descubro tu mirada
no puedo evitar que algo se rompa dentro mío.
Una infinita voz se alza
desde el abismo
de nuestro brutal
silencio.
Casi imperceptible
llega la sombra
vestida de colores
con los ojos ciegos
a devorarse este vacío que nada puede llenar.
Y si en este carnaval me visto de colmenas
las abejas de tus palabras no llegan a libar
toda esta miel que te tengo reservada.
Caí como nunca
en ese hueco amargo teñido de soledad
y furioso
con el llanto contenido
me rompo las uñas queriendo escalar por las paredes.
No veo nada pero siento todo
es que este invierno denso
en mi alma
se está devorando de a uno
a mis pobres pensamientos.
lunes, 18 de enero de 2021
Soltar
Interpelarse. Mirar hacia adentro, desde adentro. Correr el velo y descubrir donde descansa la verdad. Ser verdugo de este dolor constante ya no es excusa, transitar agobiado tanta oscuridad resulta a veces cansador. Y me agota tanto perdurar en este llanto que por más que haga los intentos necesarios, a veces, me gana la batalla esta pesadez. Escribo para quitarle la venda a la idea que hay detrás del caos, ésta se pierde en la bruma de una consciencia que no para de flagelarse. Tanto error cometido tiene que tener absolución, la redención no viene en frasquito ni se compra en la farmacia, ...por suerte.
Tengo que despojarme de la ropa vieja, soltar las amarras y navegar el mar bravío, navegar sin horizonte, sin brújulas que guíen mis pasos. Pero es que hace tanto tiempo que estoy a la deriva que ya me duele el cuerpo de dar tantas vueltas sin sentido. Mi tristeza transita el tiempo circular, como la Ouroboros se come la cola, como el Fénix vuelve a renacer de las cenizas.
Confieso, de todas maneras y a pesar del tiempo transcurrido, que me siento mucho mejor. Puedo ver de vez en cuando las líneas que dividen el cielo de este mar tan azul y oscuro, excepto en la noche cuando por arte de magia se multiplican las estrellas y el brillo de todas y cada una de ellas me recuerdan que el cosmos sigue su ciclo, y yo como un perro sin hueso le ladro al viento quién sabe en qué idioma inentendible. El agua del mar es almíbar al lado de las lágrimas que he derramado.
Sin embargo no paro de rezar, aunque el dios que llevo adentro este muerto hace tiempo. Incrédulo, y hasta a veces antipático, ensayo una oración que termina escondiéndose en las alcantarillas del barrio donde vivo, perdiéndose en las rejillas de la calle con el agua de la lluvia, esa lluvia fría que moja todo sin querer hasta que el sol se descubre y las nubes dejan pasar su luz iluminándome hasta en la peor de las oscuridades.